lunes, 26 de agosto de 2013

que hablen los silencios, que amen los ciegos, que mueran los vivos, que eternamente sea un paseo hacia lo desconocido, que tu alma tenga un sabor verdadero, que los colores avisen las estaciones, que tus besos vivan en mis ojos, que de tanto desear todo sea nada, que un aviso no sea un adios, que las manos sean puentes, que tus pies pisen mi suelo, que desaparezcan entre la multitud, en un vacío intenso. Cuando deja de importar, parece tener claridad, la risa, la forma de sentarse, el momento, el minuto, la hora inoportuna, el frio que dice cuando debemos irnos al encuentro con la soledad somnolienta, hace tanto, parece una vida, si, no, tal vez, jamas, siempre. Palabras y letras, comas y puntos, reglones y hojas, lapices sin gomas, abrigos de piel, pantalones cálidos, zapatos con medias gruesas, barbas que miran el desgano, oídos despiertos, sensibles a los ruidos de la ciudad. Basta, tiempo, vasos, mesas de madera gastadas, hogueras con leña verde, relojes sin pilas, agujas detenidas, verdades tan carentes de sentido, pero que hacen a mi ser feliz.

jueves, 8 de agosto de 2013

El Circo

El Circo. Estaba ahí, un escenario gigantesco, del cual salía un enorme tobogán inflable entre medio de gradas donde el publico miraba expectante. Detrás estaba yo, mirando como ensayaban sus cantos con enormes tambores, de repente me animé a tocar algunos de ellos, tratando de seguir el ritmo, luego me uní a las voces y empecé a cantar un coro. Uno de los músicos se detiene y me pide que repita la nota vocal, lo hago y para el suena bien. Me invita a decir una frase para terminar de caer en la cuenta de que podría servirles para integrar su especie de banda, cuando pronuncio dicha frase todos se largan a reír, y mucho, era claro que no seguiría cantando. Al rato me veo disfrazado de payaso, haciendo un número secundario, pues todo el domo estaba lleno de ellos, paseándose y haciendo reir a la gente. Estaba perdido, pero a la vez me sentía encontrado, porque ése era mi mundo. Me sentía como en casa, terminé mi número, y me quedé viendo a un trío que hacía reir a la gente. Después todos seguían vagando de aquí para allá, yo descansando de mi actuación, y a la vez pensando muy poco en que sería de mi en el futuro. Habia una pareja disfrazada una arriba de la otra, haciendo movimientos como un solo cuerpo, Otra mujer disfrazada de gallina empezó a moverse hasta terminar saltando con un grito infinito de "Soy Feliz!", hasta tirarse a los brazos de otra persona. Yo miraba constantemente extasiado y emocionado. De repente empiezan todos a dejar la ecena, cuando una mujer intenta subir por el tobogán, al ver que se le dificultaba, decidí estrecharle mi mano, cuando me miró a los ojos, su rostro era perfecto, lo hizo con rareza, pues debe haber sido la primera vez que alguien le brindaba ayuda, rápido se fué, y yo la seguí por detrás muy tímidamente. Debatían por qué número seguir, hasta que una chica gritó "Se viene la sombra que asombra!!!!!", nos miramos todos a los ojos, cuando uno de los integrantes dijo: "Bueno, si lo pensamos mucho no decidiremos que hacer". Era hora de hacer el acto de la sombra que asombra. Me preguntaron si yo lo haría, consistía en meterme dentro del traje de la chica junto con otra persona más y salir al ruedo. De pronto uno de los payasos trajo una cabeza de toro y una cola con una rueda detrás, exclamó "Ya está solucionado!". Yo para decir algo intenté traer a colación una frase diciendo: "Que asado me comería con esta vaca!!!", el payaso me miró a los ojos y me replicó "Es un toro", a lo cual yo sin titubear le respondi con una mentira "Claro, ya sabía que era un toro ¿Acaso tú nunca has probado los testículos de toro?". Desconcertado lo negó, alguien por detrás riéndose acotaba "Yo sí los he probado!". Victorioso por haber ganado mi batalla seguí con mi historia "Sí, y en España se come carne de Buey!, o sea Toro!!!!!", me miraban atentos. Antes de el número, nos pusimos unas mantas negras dibujadas como si fueran fantasmas, y alegremente salimos al público a asustar a los niños, en un principio la mayoría corría asustado. Miré a uno de ellos y le expliqué que no debía de temer, que era nada mas que un juego, una mentira. Seguimos asustando, a pesar de que cuando miré en un principio, ya casi no había niños, eso no impidió mi desempeño como fantasma, en un momento me acerco a unos diminutos chicos, hablándoles y tratando de asustarlos. Paso volando y uno de ellos me hace burla, me pega, era uno mayor, rápidamente me vuelvo y grito: "Ya verás la próxima!". Llegué a un punto en el cual la luz principal se posó sobre mí, mientras yo disfrutaba de mi actuacion, pero eso fué todo. Volví tras escena, y me salpicaron con jugo de carne de res asada, "Ten cuidado que es para el siguiente número!", me había mojado mis medias!. Llegaba la hora de la sombra que asombra, y yo estaba nervioso, uno de los actores principales anuncia que deberá llegar más tarde, ya qué los demás se fueron. Entré en el disfraz de la mujer, y salimos. Nunca supe en qué lugar estabamos, tampoco el nombre de cada uno de los integrantes, Me quedó grabado el rostro de aquella mujer, me quedó guardada la sensación de estar en mi lugar, sin preocupaciones, ni competiciones, totalmente enamorado de cada una de sus actoras. No quise pensar en nada más, pues muy pocas veces uno puede estar donde realmente lo necesita. El circo fué mi refugio por un momento. Fué mi escape hacia la felicidad.

lunes, 11 de marzo de 2013

zapatos gastados 2

2 Desperté al lado de esta mujer tan desesperadamente bella. Los rayos de luz natural me guiñaron un ojo, cómplices de lo que había pasado. Ni supe su nombre, pero moría por saberlo, los suspiró entre líneas y fué como un salto a un hueco lleno de vidrios, lastimado por su hermoso nombre, me di a la fuga, por qué no lo sé. Afuera mi motocicleta mal estacionada me esperó con recelo, creo que todo el mundo supo con quién dormí, pues nadie se llevó mi vehículo, ni la misma policía de tránsito por estar mal estacionada. Me gritan, miro hacia arriba, ella suelta un papel con sus dígitos. Cómo diablos iba a vivir en paz ahora, con tanta información de ella, ése no era el trato, debía desaparecer y no saber más nada, pero no, todo lo contrario. Que enfermizo que es el cariño cuándo le ponemos nombre a los sucesos.

lunes, 4 de marzo de 2013

Zapatos Gastados

1 Era una mujer que bien sabía moverse en un ambiente poco decente. Lo que más llamó mi atención, fué su infinita espalda, y el modo que tenía de mirar hacia atrás, parecía invitarte a morir con ella, la conjugación de su cara perversa y su espalda hacían gemir a mis manos, que bañadas en agua, acariciaban sus formas. No sabía que carajo decirle, para cuando por fin caí en la cuenta de que no se trataba de qué hablar, sino mas bien de cómo surcar la noche, ya era tarde. Emprendí un viaje infinito acompañado de un húmedo beso, cuando la valentía rozagante se adueñó de mi. Comenzó un verborrágico palabrerío de citas y dichos, que intentaban meterla en una cama. De pronto, todos los bobos alternos, deformados por borracheras frágiles y baratas, dejaron de importarme, y mi danza de invitación al apareamiento fué tan intensa como contundente. Todos me miraban cómo abordaba su espalda, y mis aires de triunfador enmudecían el gentío absurdo. Solamente necesitaba de ella y una cama. Abandoné ese antro analfabeto disfrazado de burguesía, para fundirme en un sólo cuerpo con alguien que no vivía por mera respiración