lunes, 26 de agosto de 2013

que hablen los silencios, que amen los ciegos, que mueran los vivos, que eternamente sea un paseo hacia lo desconocido, que tu alma tenga un sabor verdadero, que los colores avisen las estaciones, que tus besos vivan en mis ojos, que de tanto desear todo sea nada, que un aviso no sea un adios, que las manos sean puentes, que tus pies pisen mi suelo, que desaparezcan entre la multitud, en un vacío intenso. Cuando deja de importar, parece tener claridad, la risa, la forma de sentarse, el momento, el minuto, la hora inoportuna, el frio que dice cuando debemos irnos al encuentro con la soledad somnolienta, hace tanto, parece una vida, si, no, tal vez, jamas, siempre. Palabras y letras, comas y puntos, reglones y hojas, lapices sin gomas, abrigos de piel, pantalones cálidos, zapatos con medias gruesas, barbas que miran el desgano, oídos despiertos, sensibles a los ruidos de la ciudad. Basta, tiempo, vasos, mesas de madera gastadas, hogueras con leña verde, relojes sin pilas, agujas detenidas, verdades tan carentes de sentido, pero que hacen a mi ser feliz.

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