lunes, 4 de marzo de 2013

Zapatos Gastados

1 Era una mujer que bien sabía moverse en un ambiente poco decente. Lo que más llamó mi atención, fué su infinita espalda, y el modo que tenía de mirar hacia atrás, parecía invitarte a morir con ella, la conjugación de su cara perversa y su espalda hacían gemir a mis manos, que bañadas en agua, acariciaban sus formas. No sabía que carajo decirle, para cuando por fin caí en la cuenta de que no se trataba de qué hablar, sino mas bien de cómo surcar la noche, ya era tarde. Emprendí un viaje infinito acompañado de un húmedo beso, cuando la valentía rozagante se adueñó de mi. Comenzó un verborrágico palabrerío de citas y dichos, que intentaban meterla en una cama. De pronto, todos los bobos alternos, deformados por borracheras frágiles y baratas, dejaron de importarme, y mi danza de invitación al apareamiento fué tan intensa como contundente. Todos me miraban cómo abordaba su espalda, y mis aires de triunfador enmudecían el gentío absurdo. Solamente necesitaba de ella y una cama. Abandoné ese antro analfabeto disfrazado de burguesía, para fundirme en un sólo cuerpo con alguien que no vivía por mera respiración

No hay comentarios: